Gracias a
pixabay.com he obtenido esta imagen, y como es mi santo, se merece una entrada en éste Blog. Se representa a Sant Jordi (
Jorge de Capadocia), personaje de leyenda en muchos países, que ha inspirado muchas historias de dragones y princesas. Se encuentra a la orilla del río Rin a su paso por Alemania.
La leyenda catalana de Sant Jordi narra que se sitúa en la localidad de Montblanc (provincia de Tarragona). Se dice que por los alrededores del pueblo medieval merodeaba un dragón malvado y terrible, que tenia la habilidad de andar, volar y nadar, a parte de poseer un aliento putrefacto, hasta el punto que con sus bocanadas envenenaba el aire, matando a todo aquel que respirase. Era el terror de las personas y los rebaños. Los habitantes pensaron que si le daban cada día a una persona como presa, dejaría de molestarlos. De hecho, la leyenda cuenta que este acuerdo entre los habitantes de la región y el dragón funcionó bien, pero lo complicado era encontrar cada día una persona que se dejara comer por el dragón. Decidieron que cada día se haría un sorteo para decidir qué persona sería ofrecida al dragón.
Así duró durante mucho tiempo hasta que. la suerte, hizo que la hija del rey fuera la escogida. Era joven y bella, y muchos ciudadanos se ofrecieron para reemplazarla, pero el rey dijo que el sorteo era igual para todos y se negó a que su hija se librara. La princesa lo entendió, ya que antes de ella, otras muchas hijas habían sido ofrecidas al dragón, y con el corazón lleno de tristeza, emprendió su camino hacia la guarida de la fiera bestia.
Un poco más allá de la muralla, se presentó delante de la princesa un joven caballero, en un caballo blanco, con una armadura dorada y reluciente. La hija del rey le avisó que se fuera rápidamente, ya que había un peligroso dragón que habitaba en esas tierras y, en cuanto lo viera, se lo comería. El joven caballero respondió que no temiera, que había venido expresamente para combatir con la bestia para liberar al pueblo de Montblanc, y a la princesa. De repente el dragón apareció y empezó a pelear con el joven caballero, aunque no duró mucho, ya que le clavó una estocada con su lanza que dejó a la terrible fiera malherida. La princesa, emocionada, le preguntó el nombre al caballero, y este le respondió que era Sant Jordi. Ligó al dragón del cuello, como si fuera una mascota, y lo ofreció a la princesa, que lo llevó hasta el pueblo. Una vez allí, los habitantes remataron a la bestia, y de su sangre brotó un rosal, del cual Sant Jordi cogió una rosa y se la ofreció a la princesa.
Dice la leyenda que el rey quiso casar a la princesa con el joven caballero, pero este se negó, ya que había acudido allí por revelación divina para salvar a la localidad de Montblanc y sus habitantes. Recomendó que fueran buenos cristianos y que honrasen y venerasen a Dios; se marchó misteriosamente por el mismo camino desde el que vino.